Opinión, politica

Con la imbecilidad a cuestas

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Llevo algunos días dándole vueltas a estos mis pensamientos que me acosan.  Vengo  observando, o tratando de observar, la realidad desde otras perspectivas, con la única finalidad de conseguir interpretar los sucesos, no de acuerdo a como parece que fueron, sino de acuerdo a como, probablemente, pudieran  haber sido.

El hecho es que allá por el año 93, yo estaba convencido, y como yo, supongo que otros tantos, que Felipe González y Aznar se llevaban a matar porque defendían ideas absolutamente contrapuestas. Ahora, después de contemplar, atónito y perplejo, que acuden en pareja a entrometerse en los asuntos de Venezuela, tengo mis dudas, por no decir certezas, sobre si lo que, por aquel entonces, se puso de manifiesto no era sino un teatro de marionetas concebido para engatusar a la ciudadanía, y hacerle creer que en realidad existían dos partidos, y dos ideologías diferentes. Cada vez me convenzo más de que existe una única línea ideológica, liberal y conservadora, disfrazada de izquierda en un partido que obedece a unas siglas a las que, ahora que sus dirigentes ya se han deshecho de las caretas, deberían renunciar.

Que Aznar vaya por el mundo salvando patrias, y defendiendo determinadas causas, no es algo que, ni remotamente, pueda asombrarme, pues no desdice de su condición pro franquista, falangista, dictadora y autoritaria. Que lo Haga Felipe González da asco, por mucho que uno ya lo tenga asumido.

En nuestro país existen muchas causas por las que hacerse oír y dar la cara.

El tal Leopoldo López es más importante que la vergonzosa sentencia que se les ha aplicado a Urdangarín y Cristina de Borbón.

Lo es, también más, que la independencia de los jueces y la inseguridad jurídica a la que nos vemos habitualmente sometidos.

Lo es más que los innumerables casos de corrupción que salpican todo nuestro territorio y todas nuestras instituciones.

También lo es más que la creciente pobreza infantil, que la precarización laboral, de la sanidad y de la educación.

Y, por supuesto, que lo que pasa en Venezuela es mucho más importante que las mujeres que continuamente mueren a manos del salvajismo de sus parejas o exparejas. Un machismo, por el que no existe el menor interés en erradicar.

Para todos estos patriotas que aman tanto a España, primero está Venezuela, y luego … ellos sabrán. Bueno, y nosotros: su dinero.

Se acude a Venezuela para desviar la atención y para continuar con la intoxicación de que Podemos está directamente relacionado con el régimen venezolano.

Sin embargo, la gran manipuladora mediática de PRISA y otras corporaciones de la prensa no se han hecho eco de una noticia de gran calado como es que el coronel Martinez Inglés ha denunciado ante la fiscalía al rey Juan Carlos de Borbón por el 23F (para más información pinchar aquí). Es más interesante, más rentable o más apropiado a los fines de sostener un sistema corrompido hasta los tuétanos, desplegar a bombo y platillo la defensa que, supuestamente,  Aznar y González hacen de los Derechos Humanos que le han sido sustraídos al tal Leopoldo López. Unos Derechos Humanos que el señor Aznar se pasó por la entrepierna, en su famoso triunvirato de la guerra de Irak, y que, al otro, se le debe de haber olvidado. Una nada desdeñable proporción de la población est.a rotundamente convencida y da absolutamente por hecho que, ni a Aznar, ni a González, Leopoldo López les importa una higa: no es más que un mero instrumento para alcanzar sus fines – el fin justifica los medios. A eso no se le llama populismo, por cierto, y para que quede constancia.

Hay, para nuestra desgracia, otro gran porcentaje de nuestra población, que aún viaja con la imbecilidad a cuestas.

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